Una caverna

Al ingresar a la casa, se experimenta la sensación de adentrarse en una caverna, el refugio por excelencia de la humanidad en tiempos remotos. Esta reminiscencia nos brinda una fuerte sensación de protección dentro del proyecto.

La idea de enterrar el proyecto conlleva la consecuencia de dejar una herida en la tierra. Para poder cicatrizar esta herida, se hace necesario restaurar la vegetación nativa, la cual fue previamente trasplantada a un vivero. Por lo tanto, el manejo del agua se convierte en una parte fundamental del proyecto. Toda el agua consumida en la casa es reutilizada mediante un sistema pasivo integrado en el diseño del proyecto, lo cual permite que el riego sea viable y, con el tiempo, se logre restaurar la huella de la intervención.

La materialidad

El material principal utilizado es el concreto pigmentado, el cual genera un color que imita el tono de la tierra del lugar. Los muros se construyen mediante cimbras de madera, creando una textura tersa y brillante, con pliegues caprichosos que asemejan rocas de granito pulidas por el viento y el paso del tiempo. Este efecto se logra al incorporar plástico en el proceso de cimbrado para impermeabilizar. Al finalizar, ese mismo plástico se utiliza para aislar los muros de contención, mientras que las cimbras de madera se transforman en las carpinterías de la casa.

La arquitectura creada por CLACLÁ busca la honestidad en sus elementos y se preocupa por permitir que los materiales se expresen y cuenten historias pasadas. Se busca que tengan alma y muestren signos de uso anterior, cicatrices que los humanicen aún más. Se trata de una arquitectura artesanal que se preocupa por seleccionar cuidadosamente sus materiales, incluso si son de origen industrial, con el objetivo de minimizar su impacto contaminante durante su proceso de fabricación.