Como se mencionó, el ladrillo era el material predominante en la arquitectura mesopotámica. La abundancia de arcilla en la región permitía la producción de ladrillos en grandes cantidades. Estos ladrillos se usaban tanto en estado seco como cocidos, dependiendo de la durabilidad requerida para la estructura.

El adobe también jugaba un papel importante en la construcción de viviendas comunes y estructuras menores. Este material, hecho de barro y paja, era menos duradero que el ladrillo cocido, pero más accesible y fácil de trabajar.

En cuanto a las técnicas constructivas, los mesopotámicos desarrollaron sistemas de bóvedas y arcos para soportar techos y crear espacios amplios sin la necesidad de columnas internas. La construcción de terrazas y plataformas elevadas era común en los templos, conocidos como zigurats, que servían como centros religiosos y administrativos.